Os pongo en situación. El verano pasado, Dani y yo hicimos una escapada en moto a la
Provenza para contemplar la floración de la lavanda. De camino, por la autopista, pude ver a lo lejos esta magnífica catedral y pensé, tengo que visitarla! Y hace justamente dos fines de semana pusimos rumbo a la ciudad que alberga esta preciosidad, Narbonne.
Nada más llegar, nos dirigimos hacia la Oficina de Turismo, ya que nos habíamos preparado muy poco la escapada y no sabíamos qué nos podía ofrecer la ciudad. Nos entregaron un mapa y nos informaron de que en el Ayuntamiento podíamos comprar un pase para ver 7 museos/monumentos de la ciudad a un precio de 9€. Así que allá que nos fuimos y lo compramos (la entrada individual a cada uno de ellos es de 4€, merece la pena!).
Eran las 12h del mediodía, los monumentos cierran a esta hora y vuelven a abrir a las 14h, así que decidimos dar un paseo por la ribera del Canal du Midi, el paseo Mirabeau, el corazón de la ciudad. Suponemos que en verano, todas esas barquitas que se ven amarradas darán paseos por el canal, pero en las fechas que hemos ido nosotros no hay mucho ambiente turístico.
Se iba acercando la hora de comer, así que nos dirigimos al mercado de Les Halles, dónde habíamos visto en TripAdvisor que se encontraba uno de los restaurantes mejor valorados de la ciudad.
El mercado estaba lleno de tiendas con productos típicos de la región, como paté, foie, miel y aceite. También había muchos bares dónde tomar un buen vino de la zona o probar la comida tradicional del lugar. Después de dar una vuelta por todos los pasillos del mercado, nos dirigimos hacía Chez Bebelle, un bar donde te sientas en la barra a degustar la estupenda carne que venden en la parada que hay justo al lado y que es propiedad suya también.
Dani se pidió una brocheta de pollo asado y yo... tartar de caballo!! Al principio pensaba que había hecho una locura pidiendo carne cruda y que no me iba a gustar, pero cuando la probé... me encantó! El Dani no lo miraba con buenos ojos pero yo me lo comía la mar de a gusto :-) Para acompañar la carne, los platos venían con patatas fritas y ensalada y para beber nos pedimos un vaso de vino. Para acabar, un par de cortados y ya teníamos los estómagos llenos para comenzar nuestra ruta turística por la ciudad.
Quedaban unos minutos para las 14h, así que decidimos dar una vuelta por los alrededores del Museo Lapidario, primera parada en nuestro recorrido. Pasamos justo por delante de la antigua Iglesia de los Agustinos, que a pesar de lo mal conservada que estaba la fachada y la habitación que había para entrar, el interior de la misma nos sorprendió.
Nos acercamos a ver la Basílica de San Pablo, una de las iglesias góticas más antiguas del sur de Francia. Construida sobre los vestigios del antiguo cementerio paleocristiano, la basílica posee la particularidad de presentar ante románico y arte gótico mezclados. La rana de su pila de agua bendita es célebre, aunque no pudimos verla porque en ese momento la basílica estaba cerrada.
Por último, paseamos por la Plaza de las Cuatro Fuentes, que debe su nombre a la fuente con cuatro caños edificada justo en el centro de la misma. Fue antaño la plaza principal del barrio de Bourg y a ella da la espléndida fachada del siglo XIV de la Casa de los Pregoneros, antigua bolsa pañera.
Después de este pequeño recorrido por el barrio de Bourg, nos dirigimos al Museo Lapidario, una de las 7 "atracciones" que integran el bono que habíamos comprado previamente en el ayuntamiento. Este museo está situado dentro de una iglesia en desuso del gótico meridional y su nave recoge desde el siglo XIX una importante colección de antiguos bajorrelieves, verdaderos testigos de la sociedad de la época del Narbo Martius.
De allí, nos dirigimos de nuevo a la Plaza del Ayuntamiento. Justo en el centro de la plaza, se puede ver la Via Domitia. Esta antigua calzada romana unía Italia con España en el siglo II antes de nuestra era, y no fue descubierta hasta 1997. Ha sido restaurada y acondicionada para poder pisar las piedras que la conforman y sentir que vuelves a la antigua época romana.
Nuestra siguiente parada fue el Museo de Arte, situado dentro del conjunto arquitectónico del Palacio de los Arzobispos, segundo conjunto monumental arzobispal de Francia después de Avignon, y que forma parte de las 7 "atracciones" del bono. Este museo ofrece un abanico exhaustivo de pinturas de las escuelas del Norte y del Sur, y por supuesto de la escuela francesa. También es reconocido como portador de la más bella colección de cerámica del hexágono, después del Museo Nacional de Sèvres, y ofrece a los visitantes un conjunto excepcional de 120 pinturas orientalistas, unánimemente calificada como única en Francia.
Salimos encantados de este museo, ya que a parte de las obras que se exponen en él, que son una auténtica maravilla, hay una increíble escenografía que acompaña durante todo el recorrido y que aumenta el valor de las obras de arte que alberga.
Seguidamente nos dirigimos al Museo de Arqueología, situado en el mismo complejo arzobispal y tercer integrante del bono. Está organizado según una clasificación temática, y sus salas poseen entre otras, una colección excepcional de pinturas murales exhumadas del suelo narbonense.
La tercera y última atracción que se incluye que está situada dentro del complejo arzobispal es el torreón Gilles Aycelin. Fue construido entre los años 1295 y 1306 por encargo del arzobispo y antiguo canónigo de la ciudad. Mide 42 metros de altura, y desde la cima se pueden ver las impresionantes vistas de la ciudad de Narbonne en 360 grados, por lo que merece la pena subir los 162 escalones.
Al salir del complejo nos dirigimos hacía el Museo Horreum que alberga unas galerías subterráneas romanas que sirvieron como almacén de grano, vino y aceite a finales del siglo I a.C. También los antiguos habitantes de Narbonne conservaban las armas por la importancia militar de la ciudad en esa época.
La última visita del día se la dedicamos a la catedral de San-Just y San-Pastor. Se comenzó a construir en el año 1272 pero nunca ha sido acabada, ya que habría sido necesario demoler una parte de las murallas romanas y los cónsules de la ciudad se opusieron ya que éstas eran una buena defensa de la ciudad. La entrada a la catedral es totalmente gratuita pero si se quiere ver el Tesoro que alberga, hay que pagar entrada. Como estaba incluido en el bono que habíamos comprado en el Ayuntamiento, pudimos ver la tapicería de "La creación del mundo", hecha en el siglo XV por los artesanos de Bruselas, y varios objetos de culto.
Y hasta aquí nuestro primer día en Narbonne. Después de visitar la Catedral nos fuimos a descansar un poco al hotel y salimos a cenar a un restaurante llamado "Les Grands Buffets", en las afueras de la ciudad, con una bonita decoración y una comida de calidad. Nos pusimos las botas probando todo tipo de quesos, foies y repostería. Allí probamos el vino tinto de la Abadía de Fontfroide, riquísimo y del cual compramos una botella en la misma abadía, pero de eso ya hablaremos otro día :-)
Un beso de Dani y Cris.